Investigadoras de la Usal alertan sobre la presencia de plaguicidas y metales pesados en propóleos procesados comerciales

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Las científicas urgen a elaborar legislación que regule la calidad y composición de esta sustancia ampliamente utilizada en la industria farmacéutica y alimentaria por sus benefactoras propiedades
09/06/2016
Autores: 
Comunicación Universidad de Salamanca / María Suárez
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¿Se hubiera comido la manzana Blancanieves de saber que estaba envenenada? Tal vez estimase que su príncipe azul lo valiera pero, seguro que ninguno de nosotros elegiríamos conscientemente consumir algo que entrañara un mínimo riesgo para nuestra salud. Demandamos seguridad en la cadena alimentaria y  sentirnos a salvo con redes de control que certifiquen la calidad y composición de los productos que llegan al mercado y que consumimos.

Increíblemente esto no es lo que sucede con los propóleos (subproducto de la abeja ampliamente utilizado en la industria farmacéutica y alimentaria) ni con sus procesados comerciales, para los que el grupo de investigadoras de la Universidad de Salamanca formado por Isabel Revilla y Ana Mª Vivar y dirigido por Inmaculada González Martín demanda, y con urgencia, el desarrollo de una legislación que regule su composición. Al ser considerados un complemento alimenticio carecen de normativa reguladora.

Considerados un complemento alimenticio, el propóleo y sus derivados carecen de normativa reguladora

¿Por qué urge esa regulación? Las científicas de la Usal han constatado la presencia de “residuos de plaguicidas y metales pesados tanto en los propios propóleos como en productos comerciales derivados de los mismos, adquiridos en España, Portugal, Chile, Bélgica, Inglaterra y EE.UU”, según informó a Comunicación Universidad de Salamanca González Martín, catedrática del Departamento de Química Analítica, Nutrición y Bromatología.

Los datos del trabajo, titulado “Determinación de compuestos de interés para la salud en propóleos crudos y preparados comerciales”, son tajantes: las muestras analizadas presentan restos de pesticidas (plaguicidas fungicidas, herbicidas y acaricidas) en porcentajes importantes.

Isabel Revilla y Mª Inmaculada González examinan una muestra. Foto: Sergio Manzano (USAL)  

Algunos de ellos, como el fungicida triadimefon, aparece en el 56.3 % de muestras presentadas en forma de extractos, tinturas, cápsulas, comprimidos y pastillas con contenidos de 0.32-2.68 mg/kg., cantidad que supera ampliamente el límite máximo de residuos medio en alimentos (LMR) situado 0.05 mg/kg. También son relevantes los porcentajes del herbicida metazachlor, presente sólo en dos de los productos analizados pero en cantidades muy elevadas de 0.63 y 6.09 mg/kg.; y de otro fungicida más, quintozene, en productos compuestos únicamente por propóleos y en importantes cantidades de 0.91-1.06 mg/kg. frente al LMR de 0.02 mg/kg.

La lista de pesticidas encontrados se amplía con los restos hallados de folpet, chlorfenson, dichlofluanid y procymidone, si bien “aparecen en menor número de muestras por cada uno de ellos, aunque siempre acompañando al triadimefon y en cantidades importantes”, explica la responsable de la investigación.

Presencia destacada de niveles de plomo

Respecto al contenido en minerales tóxicos el grupo de la Usal estudió la presencia de aquellos potencialmente perjudiciales para el hombre y su salud y encontró importantes contenidos medios, expresados en partes por millón (ppm), de cromo (2.5), níquel (1.3), cobre (2.3) y cinc (19.3).

Especialmente significativa para las investigadoras fue la presencia de plomo, dado los efectos tóxicos y penetrantes que tiene en nuestro organismo. Los márgenes encontrados para este metal pesado en el muestrario de productos testados compuestos exclusivamente por propóleos, frente a los que manifiestan otros componentes, fueron del 0.01-7.2 ppm y los valores medios 1.4 y 1.1 ppm Inmaculada González destaca que “hemos detectado que el 40% de los productos comerciales presenta contenidos superiores al 0.1 ppm, siendo este valor el límite máximo aceptado por el Codex Alimentarius”, recuerda.

Las muestras analizadas presentan restos de pesticidas y metales pesados en porcentajes importantes  

Consumo de propóleos en alza: necesidad de legislación reguladora

La catedrática de la Universidad es clara respecto a su opinión y defensa de los propóleos. Se deshace en alabanzas a cerca de sus bondades para nuestra salud tras constatar de primera mano sus múltiples propiedades en años de estudio, primeramente como sustancia en crudo analizada directamente de las colmenas previamente a ser procesada y, continuando ahora, con estudios de los propóleos una vez manipulados y convertidos en productos para el consumo.

La responsable del grupo incide en que “nuestro trabajo no es un ataque a los propóleos, que nadie se equivoque. Somos sus defensores y, precisamente por saber de su potencial capacidad para proteger y ayudar a nuestra salud, demandamos la elaboración de una ley que regule las características de aptitud tanto del propóleo en crudo, como de sus posteriores derivados comerciales”, porque su consumo entre la población es “habitual y los porcentajes de pesticidas y metales pesados encontrados en esos productos son de relevancia toxicológica”, concluye.

Muestras de propóleos procesados. Foto: Sergio Manzano (USAL)  

Propóleos, valioso subproducto de las abejas

El propóleo es un material resinoso recolectado por las abejas a partir de exudados de plantas y brotes mezclados con la saliva de abeja y cera y utilizado por ellas en la construcción, reparación y protección de la salud de su colmena. Es un valioso subproducto de estos insectos debido a su actividad biológica, reconocida internacionalmente como antibacteriana, antiviral, fungicida y de propiedades antiinflamatorias, por lo que es ampliamente utilizado en las industrias farmacéutica y de alimentación.

Valioso subproducto de la abeja con reconocidas propiedades antibacterianas, antivirales y antiinflamatorias

Los propóleos procesados comerciales muestran las características de los propóleos de dónde proceden, su composición es muy compleja y variada en función de la diversidad fitogeográfica de las zonas de recolección y época del año. La mayoría de los propóleos comparten una considerable similitud en su naturaleza química general: 50% de resina, 30% de cera, 10% de aceites volátiles, 5% de polen y 5% de otros compuestos orgánicos.

En su versión más natural: ningún plaguicida, ningún metal pesado. La actuación del hombre en los ecosistemas vegetales y animales, aun con ánimo de proteger la salud de las colmenas, debería ser replanteada. Y los propóleos destinados al consumo, previamente analizados.

Grupo Investigador: Mª Inmaculada González Martín, Isabel Revilla Martín, Ana Mª Vivar Quintana. El estudio de las muestras ha sido realizado en el Servicio de Análisis Elemental, Cromatografía y Masas de la Universidad de Salamanca. Forma de presentación de las muestras: cápsulas, comprimidos, caramelos, extractos, jarabes.

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Mª Inmaculada González Martín, catedrática del Departamento de Química Analítica, Nutrición y Bromatología de la Universidad Salamanca.
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923 294483