La Universidad de Salamanca lamenta la pérdida de los poetas Nicanor Parra y Claribel Alegría

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Reconocidos ambos con el Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana, fallecieron esta semana
27/01/2018
Autores: 
Comunicación Universidad de Salamanca
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El rector de la Universidad de Salamanca, Ricardo Rivero, lamenta la pérdida de Nicanor Parra y Claribel Alegría en nombre de toda la comunidad universitaria.

El fallecimiento de los dos poetas, ambos reconocidos con el Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana, Nicanor Parra en 2001 Claribel Alegría el pasado mes de noviembre, supone perder dos voces fundamentales de la poesía americana del siglo XX.

Nicanor Parra (Chile, 1914-2018) fue un poeta, matemático y físico chileno cuya obra ha tenido profunda influencia en la literatura hispanoamericana.

Nacido en San Fabián de Alico en 1914 en el seno de una modesta familia, la educación de su madre, integradora de las raíces de la cultura popular, fue fundamental en el desarrollo de sus estudios. En 1937 se graduó como profesor de matemáticas de la Universidad de Chile, estudió física en Estados Unidos y cosmología en el Reino Unido y ejerció como profesor en la Universidad de Chile. Falleció el pasado 23 de enero en Santiago de Chile, a los 103 años de edad.

Considerado creador de la antipoesía, Parra comenzó a publicar sus primeros poemas en 1935 bajo el título Cancioneros sin nombre. En esta obra incorporará las principales características de su estilo como la figura métrica del romance, el desarrollo narrativo de los poemas y el hablante poético como desarrollo de los versos.

La publicación de su segundo libro Poemas y antipoemas marcaría sin duda la trayectoria profesional y el reconocimiento de un poeta en el que se aprecia la ironía, el humor y el sarcasmo y cuyo léxico pertenece al lenguaje cotidiano tan reivindicado en su estilo.

Entre los premios más destacados se encuentran el Premio Nacional de Literatura en 1969, el Premio Cervantes 2011 y el Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana en 2001.

Sin duda se le recordará por su mayor aportación a la lírica: la antipoesía, con la que Nicanor Parra acercó la poesía a la vida y que lo convierte probablemente en la mayor figura crítica que ha producido la poesía escrita en castellano.

Por su parte, las siete décadas de producción poética de Claribel Alegría (Nicaragua, 1924-2018) la convierten en una de las voces de mayor prestigio en el ámbito de las letras centroamericanas; en esas siete décadas destaca por encima de todo en la poesía, en la que ha mantenido el rigor y el respeto por la palabra aprendidos, desde la adolescencia, de su admirado Rilke y perfeccionado bajo el magisterio de Juan Ramón Jiménez, de quien fue discípula en Washington.

Claribel Alegría nació en 1924 en Estelí, Nicaragua, aunque creció en Santa Ana, El Salvador, de donde era originaria su madre; de hecho, insistía en que contaba con una patria, Nicaragua, y una matria, El Salvador. Falleció el pasado 25 de enero a los 93 años en su casa de Managua. El pasado año había recibido el Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana.

Precisamente, se puede afirmar que la poesía de Claribel Alegría hizo suyo el lema de Juan Ramón Jiménez: “La transparencia, Dios, la transparencia”; sin embargo, esa transparencia esconde claves a las que es difícil acceder en una primera lectura, como se puede comprobar en el penetrante poema/libro Umbrales (1996), clara reflexión metapoética sobre toda sutrayectoria.

Asociada generalmente a la llamada Generación Comprometida, con su muerte perdemos a una de las voces más representativas de la literatura regional del siglo XX.

Nicanor Parra (Chile, 1914)

Nicanor Parra rompió los moldes tradicionales de la poesía en lengua española con sus célebres Poemas y antipoemas (1954) en los que funda una nueva forma de decir, con un lenguaje directo, incisivo, sobrio, cargado de ironía y que, sin embargo, no pierde la esencia de lo lírico.

Esta primera apuesta radical se irá reconduciendo con la entrega de otros libros en los que, si bien no se pierde la estética antipoética, el autor va ejerciendo diferentes probaturas en las que se denota la mezcla del caudal popular con su dominio de los versos tradicionalmente poéticos, como ocurre en La cueca larga (1958).

Durante medio siglo la poesía fue el paraíso del tonto solemne. Hasta que vine yo y me instalé con mi montaña rusa.

La publicación de Artefactos (1972) supuso un paso más en la ruptura de los cánones poéticos, resultado de la explosión del antipoema en forma de tarjetas postales en una caja de cartón y en donde se combinan códigos lingüísticos con visuales. Con la publicación en 1983 de Chistes par(r)a desorientar a la (policía) poesía (1983) reelabora refranes, aforismos, sentencias, epigramas, eslóganes o titulares de periódico.

La visualidad de lo poético, sin embargo, no ha acaparado totalmente su obra: a partir de los años setenta se enriquecerá con la publicación de Sermones y prédicas del Cristo de Elqui (1976), Nuevos sermones y prédicas del Cristo de Elqui (1979) y La vuelta del Cristo de Elqui (2007), donde a partir de un personaje real el poeta aprovechará la máscara para presentarnos un profeta alucinado y vagabundo, un desheredado que anuncia nuevos evangelios con el objeto de crear un discurso de crítica desgarrado y cruel sobre nuestro mundo. Su creatividad poética constante se ha vertido en veinticinco títulos hasta el día de hoy, siendo su último poemario Antiprosa (2015). Ha sido merecedor, además del Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana (2001), de los premios Municipal de Santiago, Nacional de Literatura de Chile, de Literatura Latinoamericana y del Caribe Juan Rulfo en México o Bicentenario de la Corporación Cultural de Chile y Universidad de Chile, entre otros muchos.

Claribel Alegría (Nicaragua, 1924)

Hija de Ana María Vides, salvadoreña (vivió en este país desde los nueve meses), y de Daniel Alegría, médico nicaragüense. Se crió en Santa Ana, El Salvador. En 1943, se trasladó a los Estados Unidos y en 1948 se graduó en Filosofía y Letras por la Universidad George Washington.

Mantuvo una estrecha relación con el Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN), que derrocó a Anastasio Somoza Debayle en 1979. Alegría regresó a Nicaragua en 1985 para ayudar en la reconstrucción del país.

corro hacia el ocaso que nadie se interponga que no lo impida nada con el sol quiero hundirme y no volver atrás

Fue Vasconcelos quien prologó su primera publicación Anillo de silencio en 1948, cuando Claribel aún estudiaba en la Universidad George Washington. La selección poética de la obra fue realizada por su mentor Juan Ramón Jiménez, Premio Nobel de Literatura. Claribel Alegría mantiene vigente en las letras hispanoamericanas el legado de la vanguardia salvadoreña de los años 30: Salarrué, Alberto Guerra y Claudia Lars.

Entre sus obras más conocidas están Cenizas de Izalco (1966), Luisa en el país de la realidad (1987), La mujer del Río Sumpul (1987), en prosa, y Vigilias (1953), Acuario (1955), Huésped de mi tiempo (1961), Vía Única (1965), Pagaré a cobrar (1973), Raíces (1973-1975), Sobrevivo (1978), Luisa en el país de la realidad (1987), Y este Poema-Río (1989), Variaciones en clave de mí (1993), Umbrales (1996), Saudade (1999), Soltando amarras (2005), Mitos y Delitos (2008), Otredad (2011), Voces (2014) y Amor sin fin (2016).

Su obra ha sido traducida parcialmente a 14 idiomas y ha recibido varios premios internacionales, como el Casa de las Américas de Cuba en 1978, la Orden de las Artes y las Letras del gobierno de Francia en 2004, la Orden Gabriela Mistral del gobierno de Chile en 2010 y, en 2017, el Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana, otorgado por la Universidad de Salamanca y Patrimonio Nacional.