Caracterizadas una treintena de variedades hortícolas tradicionales de Salamanca

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17/02/2014
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Agencia de Noticias DiCYT
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Localidades de las sierras salmantinas y de Arribes, debido a su aislamiento, conservan tomates, lechugas, calabacines o sandías que son únicos

José Pichel Andrés/DICYT Investigadores de la Facultad de Ciencias Agrarias y Ambientales de la Universidad de Salamanca han conseguido caracterizar cerca de 30 variedades hortícolas tradicionales de la provincia de Salamanca, especialmente, en localidades de Arribes del Duero y de las sierras salmantinas, que han conservado semillas y plantas autóctonas gracias a su aislamiento. La iniciativa trata de identificar y conservar este legado.

 

“El trabajo ha consistido en la selección, multiplicación y caracterización de las variedades”, explica a DiCYT la investigadora Remedios Morales. “Estamos trabajando en la recuperación de variedades hortícolas tradicionales de la provincia de Salamanca y ya tenemos unas 30, entre las que se encuentran tomates, lechugas, calabacines, pimientos, pepinos, sandías o calabazas”, cita como ejemplos.

 

Entre las variedades caracterizadas destaca una gran variedad de cucurbitáceas (Cucurbitaceae), es decir, cultivos como calabazas, calabacines o sandías que en algunas ocasiones llaman la atención de los investigadores por sus particulares formas, colores y tamaños. También sorprende la cantidad de tomates o judías, tanto las verdes como las destinadas al consumo como alubias secas. “Nos encontramos un número muy importante. Al haber estado muy aisladas, no se han introducido variedades mejoradas y se han conservado las tradicionales en pequeñas huertas”, comenta la investigadora.

Probablemente, la parte más importante de este trabajo es que, una vez caracterizadas con ayuda de los agricultores, se llevan sus semillas al Banco de Germoplasma del Centro Hispanoluso de Investigaciones Agrarias (CIALE) de la Universidad de Salamanca, la mejor forma de garantizar que estas variedades nunca se perderán.

“Ya las cultivan muy pocos agricultores en zonas aisladas, así que están a punto de extinguirse, pero consideramos que son de gran calidad y pensamos que es esencial recoger este material y mantenerlo, porque con el envejecimiento de la población es posible que se pierda”, señala la experta de la Facultad de Ciencias Agrarias y Ambientales.

 

El parámetro para establecer diferentes variedades

 

Los investigadores llevan a cabo una caracterización agromorfológica. En general, se considera que a partir del estudio de 30 parámetros, si hay un 25% de diferencias entre dos ejemplares, “ya estaríamos hablando de un cultivar diferente”, apunta Remedios Morales.

 

Su grupo de investigación ya tiene experiencia en proyectos parecidos, especialmente, uno de caracterización de las cerezas de Castilla y León. En aquella ocasión, el trabajo incluyó análisis moleculares. Sin embargo, tampoco está establecido en cuántos marcadores moleculares se tienen que diferenciar dos plantas para ser variedades distintas, ni cuántos genes marcan la diferencia. Además, este tipo de análisis resultan muy costosos y el grupo, por el momento, carece de financiación para esta iniciativa.

 

Buena parte de este trabajo de investigación es más social que académico, puesto que es a través de la conversación con personas mayores de los diferentes pueblos que visitan como logran localizar variedades hortícolas insospechadas. En esta labor, también cuentan con la colaboración del Centro Zahoz, que se encuentra situado en el municipio de Cepeda, en la Sierra de Francia, dedicado a la conservación, investigación y difusión de la biodiversidad.