DE NOVATADAS Y NUEVOS COMIENZOS DE CURSO

DE NOVATADAS Y NUEVOS COMIENZOS DE CURSO

Cuerpo: 

JOSÉ ANTONIO CIEZA GARCÍA o PROFESOR TITULAR FACULTAD DE EDUCACIÓN UNIVERSIDAD DE SALAMANCA De novatadas y nuevos comienzos de Curso U N nuevo curso comienza en la Universidad. Atrás quedaron ya, casi olvidados, los largos días y noches del verano, con sus playas, ríos, piscinas y montañas, conciertos y fiestas populares, la compañía de los amigos de siempre, las risas y las despreocupaciones, aunque también algún trabajo temporal precario e incluso algún voluntariado. Es hora de volver a la Facultad, de encontrarse con los compañeros, de revivir las experiencias y sensaciones del último curso, de estrenar piso, colegio mayor o residencia y de volver a frecuentar lugares de ocio, diurnos y nocturnos. Para algunos es "su primera vez", son alumnos de primer curso y en sus cabezas se agolpan nuevas sensaciones, nuevas expectativas, nuevas incertidumbres y por qué no decirlo, también algunos temores. El Instituto queda ya muy lejos y ahora incluso los amigos y la familia, aunque Skype y WhatsApp hacen la separación más llevadera. La Universidad es una nueva experiencia en la vida de muchos jóvenes. Una experiencia que les exige abrirse a cambios y adaptarse a un nuevo entorno: nuevas situaciones, nuevos escenarios, nuevos compañeros, nuevos profesores, nuevos métodos educativos, nuevas formas de aprender, nuevos hábitos de estudio, etc. Un nuevo hábitat, en definitiva, que les demanda ser más dueños de sus decisiones, tener más cotas de independencia y autonomía y una mayor implicación personal en la gestión de sus actuaciones académicas, de su tiempo y de su aprendizaje. Esta transición al mundo universitario tiene mayor coste (académico, emocional, personal y social) para unos que para otros. Algunos salen adelante sin problemas, pero otros en cambio sufren más en este proceso y los hay incluso que se desmoronan y se sienten incapaces de seguir. La ilusión por la carrera se desvanece, la desmotivación empieza a causar estragos. Al final, se encadenan los suspensos y se termina por tirar la toalla y abandonar los estudios. Es obligación de nuestra Universidad, y de todas, no sólo acoger e integrar a sus nuevos alumnos cuando a ella llegan, sino desarrollar acciones que permitan su acompañamiento académico durante el primer curso de la carrera. No basta con fiestas o jornadas institucionales de bienvenida, porque acogimiento, integración y acompañamiento exigen otras estrategias que tal vez deberían ver la luz en el nuevo Plan Estratégico que ahora se está construyendo. Me refiero en especial a la definición y planificación de un Programa de Transición Universitaria donde se recoja y coordine todo lo que se está haciendo, se definan nuevos objetivos y realizaciones y se implique en su puesta en funcionamiento a todos los actores universitarios: cargos académicos, servicios universitarios, personal de administración y servicios, profesores y alumnos. Algunos pasos se han dado ya en esta dirección. Uno de ellos, la cada vez más eficaz actuación de los Servicios de Asuntos Sociales y de Promoción, Información y Orientación. Otro, de muy rabiosa actualidad, por desgra No podemos permitir que lo primero que encuentra un alumno al llegar a la Universidad sea el sometimiento a las vejaciones y humillaciones cia, la lucha feroz y sin cuartel de nuestra Universidad contra la terrible lacra de las novatadas, cosa que desde aquí aplaudimos y respaldamos sin reservas. No podemos permitir que lo primero que encuentra un alumno al llegar a la Universidad sea el sometimiento a las vejaciones y humillaciones que a menudo suponen las novatadas. Son un atentando contra la dignidad de la persona y una forma evidente de maltrato. Los llamados "veteranos", haciendo uso su cerebro reptil, dan rienda suelta a primitivos instintos o a sofisticadas prácticas de bullying, con el agravante de una exposición de los "novatos" al escarnio público. Peor aún, muchos de esos veteranos se sienten con el "derecho" de hacer pasar a los novatos por lo mismo que les hicieron pasar a ellos, en una especie de círculo vicioso de víctimas que se convierten en verdugos. No vale utilizar la coartada de que el novato lo acepta voluntariamente (¿ ), o que son "ritos de iniciación" que han existido siempre (¡la tradición manda!) o que son suaves (¡no es para tanto!) o que se hace fuera de las instalaciones universitarias. Las novatadas deben ser perseguidas allí donde se hagan y los responsables sancionados y expedientados. Hay que luchar por la dignidad de las personas, aunque algunas no sean conscientes de que en algún momento la están perdiendo. Las novatadas han estado siempre presentes en la Universidad de Salamanca, prácticamente desde sus orígenes, tanto entre los pupilos de las casas de bachilleres o posadas (manteístas) como entre los Colegiales: dar matraca, pagar la patente, ser hecho obispillo, ser manteados, sacarlos nevados, meter en rueda, echar a la buena barba, darles garrote a las arcas, venta de cédulas o licencias jo cosas, jugar azares, ceremonia del arrastre...). Permítanme que no las describa para no dar ideas, aunque una cosa les aseguro: no difieren mucho, mutatis mutandis, de las que se hacen ahora e igual de crueles. Poco hemos evolucionado. Como nos relata magníficamente el profesor Luis Cortés Vázquez en su libro La Vida estudiantil en la Salamanca clásica (Ediciones Universidad de Salamanca, 2005, págs. 39-40), "De dos cosas habrá de guardarse el recién llegado, si bien una de ella será milagro y no pequeño, el poder esquivarla. Nos referimos a las bromas de dudoso gusto, así como a las matracas que se daban a los pipiolos que iniciaban sus estudios, y lo otro a caer en ser discípulo de Satanás en vez de los maestros del Estudio, prefiriendo las enseñanzas de la Cueva de Salamanca en lugar de las de su Universidad". Lo primero era casi imposible que se dejara de sufrir, lo segundo conducía directamente a la condenación eterna. Pero las novatadas, como bien conocen, no son sólo una cosa del pasado. Suponen en la actualidad un mal endémico en todas las Universidades, incluso en las de mayor renombre a nivel internacional. Por eso, las acciones que se desarrollen y las medidas que se tomen deberán ser acordadas conjuntamente y siempre en coordinación con las Administraciones locales. Sólo así serán realmente efectivas. No basta, sin embargo, con soluciones punitivas o policiales. La Universidad debe seguir avanzando en este sentido con una pedagogía del NO a las novatadas, con campañas informativas de impacto que expliquen con claridad lo que son y suponen realmente las novatadas, para que unos no las hagan y otros no las acepten y las denuncien. También deberían desarrollarse en las Facultades iniciativas constructivas y no deshumanizadoras que impliquen a sus propios alumnos "veteranos" en la recepción, acogimiento e integración de los alumnos de nuevo ingreso, iniciativas que han demostrado suficientemente su eficacia y que algunas universidades ya han puesto en marcha. Un ejemplo de ello es el Proyecto Tutoría entre Compañeros, generado hace doce años en la Facultad de Educación de nuestra propia Universidad e implantado también progresivamente en varios Centros (Ciencias Sociales, Filología y E.U. Magisterio de Zamora), siempre con la entusiasta participación de un grupo de profesores y el compromiso de muchos alumnos-tutores. Se puede ganar la batalla contra las novatadas, no lo duden. Tardaremos más o menos tiempo. Sólo hay que tener voluntad y perspectiva para hacerlo. Por suerte, hay muchos alumnos y profesores comprometidos en esta lucha. Es lo que nos da esperanza. El tiempo de estudiante universitario, dicen los alumnos, "se pasa enseguida", aunque "no se olvida nunca". Lo que debe tener muy claro la Universidad es que no sólo debe formar a sus alumnos como buenos profesionales, sino también como ciudadanos capaces de coger en un futuro, más próximo que lejano, las riendas de un mundo y una sociedad cada vez más compleja e incierta, donde todo está cambiando a un ritmo vertiginoso y ya pocas cosas son verdades absolutas. Y si hay que quedarse con alguna de esas cosas absolutas, me decantaría por los valores de la cooperación y la solidaridad y, por supuesto, los derechos humanos en toda su amplitud. Si la Universidad lo tiene claro, cumplirá con su misión y si no, pagará su culpa durante los próximos ochocientos años.

Posición: 
18
Medio: 
GACSA
Procedencia: 
CASTILLA-LEON
Número de Lectores: 
73 000
Tirada: 
11 316
Difusión: 
9 177
Sector: 
INFORMACION GENERAL
Periodicidad: 
Diaria
Clasificación: 
Información General
Identificador Noticia: 
128 122 283.00
Titular: 
DE NOVATADAS Y NUEVOS COMIENZOS DE CURSO
Autor: 
JOSÉ ANTONIO CIEZA GARCÍA o PROFESOR TIT
Fecha: 
Domingo, 29 Septiembre, 2019
Superficie: 
922.90
Página: 
23
Fotografía: 
1
Texto libre: 
JOSÉ ANTONIO CIEZA GARCÍA o PROFESOR TITULAR FACULTAD DE EDUCACIÓN UNIVERSIDAD DE SALAMANCA De novatadas y nuevos comienzos de Curso U N nuevo curso comienza en la Universidad. Atrás quedaron ya, casi olvidados, los largos días y noches del verano, con sus playas, ríos, piscinas y montañas, conciertos y fiestas populares, la compañía de los amigos de siempre, las risas y las despreocupaciones, aunque también algún trabajo temporal precario e incluso algún voluntariado. Es hora de volver a la Facultad, de encontrarse con los compañeros, de revivir las experiencias y sensaciones del último curso, de estrenar piso, colegio mayor o residencia y de volver a frecuentar lugares de ocio, diurnos y nocturnos. Para algunos es "su primera vez", son alumnos de primer curso y en sus cabezas se agolpan nuevas sensaciones, nuevas expectativas, nuevas incertidumbres y por qué no decirlo, también algunos temores. El Instituto queda ya muy lejos y ahora incluso los amigos y la familia, aunque Skype y WhatsApp hacen la separación más llevadera. La Universidad es una nueva experiencia en la vida de muchos jóvenes. Una experiencia que les exige abrirse a cambios y adaptarse a un nuevo entorno: nuevas situaciones, nuevos escenarios, nuevos compañeros, nuevos profesores, nuevos métodos educativos, nuevas formas de aprender, nuevos hábitos de estudio, etc. Un nuevo hábitat, en definitiva, que les demanda ser más dueños de sus decisiones, tener más cotas de independencia y autonomía y una mayor implicación personal en la gestión de sus actuaciones académicas, de su tiempo y de su aprendizaje. Esta transición al mundo universitario tiene mayor coste (académico, emocional, personal y social) para unos que para otros. Algunos salen adelante sin problemas, pero otros en cambio sufren más en este proceso y los hay incluso que se desmoronan y se sienten incapaces de seguir. La ilusión por la carrera se desvanece, la desmotivación empieza a causar estragos. Al final, se encadenan los suspensos y se termina por tirar la toalla y abandonar los estudios. Es obligación de nuestra Universidad, y de todas, no sólo acoger e integrar a sus nuevos alumnos cuando a ella llegan, sino desarrollar acciones que permitan su acompañamiento académico durante el primer curso de la carrera. No basta con fiestas o jornadas institucionales de bienvenida, porque acogimiento, integración y acompañamiento exigen otras estrategias que tal vez deberían ver la luz en el nuevo Plan Estratégico que ahora se está construyendo. Me refiero en especial a la definición y planificación de un Programa de Transición Universitaria donde se recoja y coordine todo lo que se está haciendo, se definan nuevos objetivos y realizaciones y se implique en su puesta en funcionamiento a todos los actores universitarios: cargos académicos, servicios universitarios, personal de administración y servicios, profesores y alumnos. Algunos pasos se han dado ya en esta dirección. Uno de ellos, la cada vez más eficaz actuación de los Servicios de Asuntos Sociales y de Promoción, Información y Orientación. Otro, de muy rabiosa actualidad, por desgra No podemos permitir que lo primero que encuentra un alumno al llegar a la Universidad sea el sometimiento a las vejaciones y humillaciones cia, la lucha feroz y sin cuartel de nuestra Universidad contra la terrible lacra de las novatadas, cosa que desde aquí aplaudimos y respaldamos sin reservas. No podemos permitir que lo primero que encuentra un alumno al llegar a la Universidad sea el sometimiento a las vejaciones y humillaciones que a menudo suponen las novatadas. Son un atentando contra la dignidad de la persona y una forma evidente de maltrato. Los llamados "veteranos", haciendo uso su cerebro reptil, dan rienda suelta a primitivos instintos o a sofisticadas prácticas de bullying, con el agravante de una exposición de los "novatos" al escarnio público. Peor aún, muchos de esos veteranos se sienten con el "derecho" de hacer pasar a los novatos por lo mismo que les hicieron pasar a ellos, en una especie de círculo vicioso de víctimas que se convierten en verdugos. No vale utilizar la coartada de que el novato lo acepta voluntariamente (¿ ), o que son "ritos de iniciación" que han existido siempre (¡la tradición manda!) o que son suaves (¡no es para tanto!) o que se hace fuera de las instalaciones universitarias. Las novatadas deben ser perseguidas allí donde se hagan y los responsables sancionados y expedientados. Hay que luchar por la dignidad de las personas, aunque algunas no sean conscientes de que en algún momento la están perdiendo. Las novatadas han estado siempre presentes en la Universidad de Salamanca, prácticamente desde sus orígenes, tanto entre los pupilos de las casas de bachilleres o posadas (manteístas) como entre los Colegiales: dar matraca, pagar la patente, ser hecho obispillo, ser manteados, sacarlos nevados, meter en rueda, echar a la buena barba, darles garrote a las arcas, venta de cédulas o licencias jo cosas, jugar azares, ceremonia del arrastre...). Permítanme que no las describa para no dar ideas, aunque una cosa les aseguro: no difieren mucho, mutatis mutandis, de las que se hacen ahora e igual de crueles. Poco hemos evolucionado. Como nos relata magníficamente el profesor Luis Cortés Vázquez en su libro La Vida estudiantil en la Salamanca clásica (Ediciones Universidad de Salamanca, 2005, págs. 39-40), "De dos cosas habrá de guardarse el recién llegado, si bien una de ella será milagro y no pequeño, el poder esquivarla. Nos referimos a las bromas de dudoso gusto, así como a las matracas que se daban a los pipiolos que iniciaban sus estudios, y lo otro a caer en ser discípulo de Satanás en vez de los maestros del Estudio, prefiriendo las enseñanzas de la Cueva de Salamanca en lugar de las de su Universidad". Lo primero era casi imposible que se dejara de sufrir, lo segundo conducía directamente a la condenación eterna. Pero las novatadas, como bien conocen, no son sólo una cosa del pasado. Suponen en la actualidad un mal endémico en todas las Universidades, incluso en las de mayor renombre a nivel internacional. Por eso, las acciones que se desarrollen y las medidas que se tomen deberán ser acordadas conjuntamente y siempre en coordinación con las Administraciones locales. Sólo así serán realmente efectivas. No basta, sin embargo, con soluciones punitivas o policiales. La Universidad debe seguir avanzando en este sentido con una pedagogía del NO a las novatadas, con campañas informativas de impacto que expliquen con claridad lo que son y suponen realmente las novatadas, para que unos no las hagan y otros no las acepten y las denuncien. También deberían desarrollarse en las Facultades iniciativas constructivas y no deshumanizadoras que impliquen a sus propios alumnos "veteranos" en la recepción, acogimiento e integración de los alumnos de nuevo ingreso, iniciativas que han demostrado suficientemente su eficacia y que algunas universidades ya han puesto en marcha. Un ejemplo de ello es el Proyecto Tutoría entre Compañeros, generado hace doce años en la Facultad de Educación de nuestra propia Universidad e implantado también progresivamente en varios Centros (Ciencias Sociales, Filología y E.U. Magisterio de Zamora), siempre con la entusiasta participación de un grupo de profesores y el compromiso de muchos alumnos-tutores. Se puede ganar la batalla contra las novatadas, no lo duden. Tardaremos más o menos tiempo. Sólo hay que tener voluntad y perspectiva para hacerlo. Por suerte, hay muchos alumnos y profesores comprometidos en esta lucha. Es lo que nos da esperanza. El tiempo de estudiante universitario, dicen los alumnos, "se pasa enseguida", aunque "no se olvida nunca". Lo que debe tener muy claro la Universidad es que no sólo debe formar a sus alumnos como buenos profesionales, sino también como ciudadanos capaces de coger en un futuro, más próximo que lejano, las riendas de un mundo y una sociedad cada vez más compleja e incierta, donde todo está cambiando a un ritmo vertiginoso y ya pocas cosas son verdades absolutas. Y si hay que quedarse con alguna de esas cosas absolutas, me decantaría por los valores de la cooperación y la solidaridad y, por supuesto, los derechos humanos en toda su amplitud. Si la Universidad lo tiene claro, cumplirá con su misión y si no, pagará su culpa durante los próximos ochocientos años. <!-- IMAGE -->
Número de Páginas: 
1
Tipo de Impresión: 
Blanco y Negro
Archivo PDF: 
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Identificador Tema: 
93 644
Tema: 
UNIVERSIDAD DE SALAMANCA