Un grupo de 50 profesores y alumnos de la Universidad de Salamanca, acompañados por la agencia DiCYT, visita en Lisboa el barco Joides Resolution, en el que han trabajado durante dos meses dos científicos salmantinos
José Pichel Andrés/DICYT Puede parecer una locura viajar de Salamanca a Lisboa y volver el mismo día sólo para hacer una breve visita a un barco científico, pero tal y como están las cosas quizá también sea una locura dedicarse a la ciencia, en general, así que 50 personas interesadas en la investigación oceanográfica entre profesores y alumnos de la Universidad de Salamanca no se lo pensaron y se desplazaron hasta el puerto de la capital portuguesa el pasado jueves, 19 de enero, para subir a uno de los barcos científicos más importantes del mundo, el Joides Resolution, y conocer de primera mano el trabajo de los dos científicos salmantinos que han pasado los dos últimos meses investigando en aguas del Atlántico, José Abel Flores y Francisco Javier Sierro.
El martes 17 de enero llegó el buque al puerto de Lisboa tras completar la Expedición Oceanográfica 339 del IOPD (Integrated Ocean Drilling Program o Programa Integrado de Perforación Oceánica), que ha recogido sedimentos del fondo marino para analizar cambios climáticos del pasado, en particular, la circulación de agua cuando se produjo la apertura del Estrecho de Gibraltar, hace unos cinco millones de años, así como una circunstancia única en el mundo: en un punto del Atlántico situado frente a la costa portuguesa está registrada la confluencia de aguas antárticas y árticas hace 1’5 millones de años.
Los científicos salmantinos se felicitan por los resultados logrados y por la experiencia vivida a pesar de haber pasado las fiestas navideñas en medio del océano. "No hemos tenido ni un día malo en el mar", asegura José Abel Flores, sorprendido por el buen tiempo. Él mismo junto a los demás científicos españoles se encarga de mostrar el barco en una visita guiada para alumnos, profesores y para la agencia DiCYT. "He compartido camarote con Paco Sierro, pero sólo nos veíamos en el laboratorio", señala, lo cual da idea de la carga de trabajo que tenían los investigadores, organizados en turnos de 12 horas para aprovechar al máximo el rendimiento del barco.
Una torre de perforación de más de 60 metros de altura permite que un mecanismo llegue a una profundidad de 8.000 metros y penetre en los sedimentos otros 2.000 metros extrayendo tubos muy largos conocidos como testigos. En esta campaña, los científicos han recogido 5'5 kilómetros de sedimentos en siete estacionamientos distintos cuyo estudio se puede prolongar hasta 10 años.
Trabajo en los laboratorios
Sin embargo, los primeros análisis en el propio barco son fundamentales, ocupan todo el tiempo de los investigadores y aportan muchísima información. Los técnicos se encargan de extraer el testigo y los científicos pasan a analizar los sedimentos en diferentes laboratorios para conocer las propiedades físicas, químicas o magnéticas. Los sedimentos, extraídos en forma de cilindro, se dividen en dos, se describen y se almacenan.
Las operaciones en el Joides Resolution tienen un coste de 100.000 dólares cada día, lo cual quiere decir que una campaña de dos meses se traduce en nueve millones de dólares de gasto. Esto hace necesario aprovechar al máximo el tiempo, ya que mantener el buque en el puerto tiene un coste similar. España aporta al IODP 500.000 euros al año y la rentabilidad de esta inversión no puede ser mayor, porque se obtienen datos válidos para sedimentólogos, climatólogos, biólogos, geoquímicos o paleosismólogos, entre otros muchos especialistas.
Sin embargo, ninguna campaña ha sido tan española como ésta. Oficialmente, España sólo tiene derecho a llevar uno o dos científicos al año a las expediciones del IODP, pero en esta ocasión han ido seis de una sola vez por diferentes circunstancias. Sólo Javier Hernández Molina, científico de la Universidad de Vigo y jefe de la expedición, y Francisco Javier Sierro, de la Universidad de Salamanca, iban bajo bandera española; pero José Abel Flores, también de la institución académica salmantina, era imprescindible por ser especialista en nanofósiles; Estefanía Llave (IGME) fue en calidad de observadora porque la expedición se adentraba en aguas españolas; y Francisco Jiménez-Espejo, de la Universidad de Granada, iba bajo bandera japonesa porque el país nipón aporta muchos fondos a este programa internacional pero no tiene suficientes expertos para cubrir las plazas a las que tiene derecho. Finalmente, María Fernanda Sánchez Goñi era la sexta española, aunque pertenece a la Universidad de Burdeos (Francia).
Importancia de Salamanca
El hecho de que coincidan dos científicos senior de una misma universidad es absolutamente excepcional y da idea de la importancia de Salamanca en Oceanografía, siendo junto a Granada el lugar más importante de España para el IODP. El resultado de este esfuerzo de participación es muy notable desde el punto de vista científico, ya que los investigadores tienen acceso a toda la información que se genera y muchas tesis doctorales se basan en ella. "Los investigadores de la expedición tienen un año de ventaja sobre el resto de la comunidad científica, ya que después de pasado este tiempo los datos están abiertos a todo el mundo", explica Carlota Escutia, presidenta de ESSAC (ECORD Science Support and Advisory Committee), que se encargó de recibir a la excursión salmantina.
Sin embargo, los expertos ya salen del barco con resultados preliminares y, en esta ocasión, los científicos salmantinos están sorprendidos por la cantidad y de la calidad de la información recogida, sobre todo en el Golfo de Cádiz. El conocimiento del clima en el Pleistoceno aumentará sensiblemente porque la misión ha logrado "mucho más de lo esperado", afirma José Abel Flores.
Los alumnos de la Universidad de Salamanca son futuros científicos del Joides en potencia que podrían trabajar en los distintos laboratorios de la embarcación con mejor equipamiento científico del mundo, en la que se pueden analizar las propiedades físicas de los sedimentos, realizar magnetoestratigrafía, diagrafías, etcétera. Por eso durante la visita estuvieron atentos a todas las explicaciones y pendientes de todos los detalles, especialmente, de los relacionados con la vida a bordo.
Rompiendo la rutina
Hasta 140 personas viajan en una expedición del Joides, aunque de ellos sólo son científicos una treintena. La rutina sólo se rompe en la barbacoa de los domingos o con las simulaciones de rescate que se realizan cada semana, una situación para la que están preparados cuatro botes con una capacidad máxima de 70 individuos cada uno. Sin embargo, la tripulación se encarga de que la vida a bordo se desarrolle en las mejores condiciones que sea posible, de manera que tanto Flores como Sierro destacan la calidad de la comida y la limpieza.
Las 12 horas libres de cada jornada se invierten en leer, hacer ejercicio en el gimnasio, ver películas o, en el caso de los científicos españoles de esta expedición, escribir en el blog de DiCYT 'A bordo del Joides' (http://www.dicyt.com/blogs/joides/), donde han contado su trabajo, pero sobre todo sus impresiones personales en las últimas semanas.
El barco, que tiene su propio helipuerto, opera todo el año en campañas de dos meses de duración, aunque justo ahora se ve obligado a realizar un parón de tres semanas en Lisboa debido a una avería. Por lo tanto, la próxima campaña, que le llevará a Las Antillas, comenzará con retraso.
Tras completarse las visitas al buque, el autobús de regreso a Salamanca llevó dos pasajeros más: Flores y Sierro regresaron con el resto de la excursión salmantina. Atrás queda una larga experiencia que comenzó en noviembre en las Islas Azores y que mantiene a la Universidad de Salamanca en la vanguardia de la investigación oceanográfica española. Del conocimiento que traen y de los contactos internacionales que realizan se podrán beneficiar los alumnos de Geología y de Ciencias Ambientales que les acompañaron en la noche del jueves hasta la capital salmantina. Quizá en ese mismo autobús viajaban también los científicos que se embarcarán en el Joides en un futuro próximo y que pondrán su granito de arena en el conocimiento del clima del planeta.