Los rectores de las universidades españolas manifiestan su preocupación por las recientes declaraciones del Ministro de Educación, Cultura y Deporte, sobre el sistema universitario español. El análisis de los datos disponibles, contrastados por diferentes organismos nacionales e internacionales, no permite compartir muchas de las afirmaciones, ni el diagnóstico, que se ha hecho del Sistema Universitario Español.
Efectivamente, en España existe un claro desajuste entre recursos públicos empleados y resultados obtenidos en docencia, investigación y transferencia del conocimiento. Sin embargo, los resultados son proporcionalmente muy superiores al esfuerzo público realizado. En docencia, el 79% de los estudiantes que inician sus estudios, finalizan con un título universitario, siendo la media en la OCDE del 70%.
Además, en los últimos años se ha producido una clara mejoría del rendimiento académico, a raíz de la integración en el Espacio Europeo de Educación Superior (EEES), a pesar de haber realizado la adaptación con un esfuerzo inversor claramente inferior al de otros países. En una situación de mercado mejor que la actual, el nivel de formación de los universitarios españoles ha demostrado claramente su adecuación. No parece, pues, correcto relacionar la preparación de los estudiantes y la eficacia de la Universidad con la falta de empleo, especialmente entre los jóvenes.
En este sentido, la preparación académica de nuestros estudiantes es, en términos generales, claramente satisfactoria. En investigación, entre 1997 y 2007, la producción científica española creció un 80%, hasta constituir el 3,4 % de la producción científica mundial, realizándose dos terceras partes de este porcentaje en las universidades. Este esfuerzo ha convertido a España en la novena potencia científica, y en la octava en publicaciones por habitante, con resultados similares a Japón. En este ámbito, una universidad española se sitúa entre el 1% que agrupa a las mejores universidades del mundo, ocho universidades dentro del 2%, 24 en el 4% y todas las públicas y tres privadas, en el 10%. Es un resultado más que notable si consideramos que España sólo invierte en I+D+i un 1,39% de su PIB, muy lejos del 2,3% que es la media de la OCDE. Relacionando la producción científica por habitante con el porcentaje de gasto en I+D+i, resultamos ser uno de los cuatro sistemas más eficiente del mundo. En transferencia, ciertamente España contribuye muy poco (0,8%) a las patentes mundiales. Sin embargo, el porcentaje de patentes que en España proviene del sector universitario, es el segundo más alto del mundo.
En consecuencia, no parece correcto señalar el sistema universitario español como el principal responsable del bajo porcentaje de innovación de nuestro país.