Nuevo modelo para estudiar los daños en el nervio auditivo

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02/04/2013
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Agencia de Noticias DiCYT
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El Instituto de Neurociencias de Castilla y León se une a la Universidad de Manchester para explicar problemas indetectables con las pruebas actuales

José Pichel Andrés/DICYT Algunas patologías auditivas ocasionadas por daños en el nervio auditivo no se pueden detectar clínicamente a día de hoy, pero tienen implicaciones funcionales importantes, sobre todo porque impiden escuchar bien en entornos ruidosos, según han demostrado estudios recientes. El Instituto de Neurociencias de Castilla y León (Incyl) de la Universidad de Salamanca aporta ahora una teoría para explicar el impacto que tiene ese daño sobre la audición y una metodología para simular el problema y así poder estudiarlo.

“Hay evidencias publicadas recientemente que demuestran que tanto el envejecimiento como la exposición al ruido producen una reducción en el número de fibras nerviosas que hay en el nervio auditivo”, explica a DiCYT Enrique López Poveda, investigador responsable de este trabajo. El nervio sano tiene 30.000 fibras nerviosas, es decir, “30.000 hilos que conducen información al cerebro”, pero con la edad y la exposición al ruido se van perdiendo de manera irrecuperable.

Esa desinervación podría afectar a la percepción auditiva de forma grave. Sin embargo, por el momento no hay ningún estudio clínico que demuestre que ese problema existe. “Es el típico caso de una persona mayor que dice que no oye como antes pero consulta al otorrino y el médico le dice que su audición es perfecta, porque las pruebas actuales no detectan la patología”, apunta el experto.

Por la forma en la que opera el nervio auditivo, el impacto de este problema sería mayor en entornos ruidosos que en silencio, por ejemplo, cuando hay varias personas en una conversación o cuando el televisor está encendido. La persona afectada por daños en el nervio auditivo es incapaz de distinguir varias fuentes de información incluso cuando su audiometría es normal.

Para estudiar estas circunstancias, el Incyl ha iniciado una nueva línea de investigación para abordar el problema. “Hemos realizado un estudio en el que describimos los posibles mecanismos neuronales por los que se puede producir este daño y cómo impactarían sobre la percepción auditiva”, comenta López Poveda.

Los investigadores han conseguido simular los efectos del daño auditivo en personas jóvenes sin problemas de audición. El sistema pasa por empobrecer sonidos con los que se experimenta para que se parezcan a la percepción de una persona con este tipo de pérdida auditiva y así poder analizar el problema con personas sanas. “Hemos demostrado que en las personas sanas que escuchan sonidos procesados como lo haría un nervio dañado la audición es tan mala como la de personas mayores que, según las pruebas, tienen audición sana pero en realidad no oyen bien”.

La idea se basa en que el nervio auditivo muestrea de forma aleatoria la señal acústica a través de miles de fibras. Al sumar todos los registros consigue reproducir la señal original, pero como el muestreo es aleatorio, cuando se pierden fibras, se pierde la fiabilidad con la que se representa esta señal en el cerebro. “El efecto es mayor cuando hay ruido porque al carácter aleatorio del muestreo para el sonido que se quiere escuchar hay que añadir el carácter aleatorio del ruido que lo envuelve”, indica.

“Al tener este modelo de daño auditivo, podemos estudiar en qué condiciones de la vida diaria afectaría esta patología. Como no se detecta clínicamente, no sabemos cuál es su impacto sobre la audición, pero este modelo no sólo nos proporciona los mecanismos neuronales por los que se vería afectada a la audición, sino que también permite simular la audición en personas que tienen este daño”, comenta el experto.

Repercusión internacional

Los primeros resultados de esta línea de investigación se presentarán en un congreso en Montreal (Canadá) el próximo mes de junio. Hasta ahora, el estudio se ha llevado a cabo sin financiación específica, pero ha servido para iniciar un proyecto en colaboración con la Universidad de Manchester (Reino Unido) que se acaba de firmar. “Ellos llevan un par de años investigando las consecuencias de esta desinervación auditiva sobre el funcionamiento del cerebro y la percepción. Poder simularlas ahora con personas sanas va a ser muy importante para avanzar”, señala López Poveda.

El investigador del Incyl asegura que este trabajo “va a dar mucho que hablar” y tiene mucho futuro. "Nos va a obligar a pensar sobre la pérdida auditiva de otra manera, porque este tipo de daño en el nervio auditivo no se puede restaurar fácilmente con las tecnologías existentes, no vale con amplificar ni restaurar una señal", añade.

Además, estos estudios tienen otra serie de implicaciones más allá de la salud. Por ejemplo, “la legislación de control de ruido se basa en que los niveles de ruido no causen un daño clínico medible, pero estamos demostrando que hay daños que no se detectan clínicamente. Probablemente, esta línea de investigación conduciría a una revisión sistemática y profunda de las medidas de prevención y protección frente al ruido”, apunta.