Agenda
Al poco rato, comenzó a nevar. Primero, de una manera mansa y lenta; pero enseguida de forma más tozuda y continuada. Rojas pensó que nevaría de igual modo sobre los justos y sobre los injustos, las víctimas y sus verdugos, los culpables y los inocentes, los pecadores y los santos… Era como si la nieve todo lo igualara y todo lo cubriera con un manto piadoso, con una máscara que embellecía las cosas y las revestía de renovada inocencia, aunque por poco tiempo, pues esa blanca cobertura no tardaría en llenarse de pisadas, de roderas de carros, tal vez de manchas de sangre que ensuciarían la nieve hasta convertirla en oscuros charcos. Una vez más, la nieve venía a demostrar que la belleza y la inocencia eran algo efímero, pero también que la verdad, por mucho que se oculte, acaba siempre aflorando a la superficie.