Frederick Hilgen, de la Universidad de Utrecht, investiga la relación entre movimientos cíclicos astronómicos y cambios climáticos y es uno de los científicos más destacados del congreso que se celebra en Salamanca sobre clima del pasado
José Pichel Andrés/DICYT Entre los científicos que participan en el congreso sobre cambios climáticos que se celebra en Salamanca, uno de los más destacados es Frederick Hilgen, investigador de la Universidad de Utrecht (Países Bajos), a pesar de que no estudia directamente la climatología. Su trabajo está más relacionado con los movimientos astronómicos que modifican las posiciones de los cuerpos celestes, entre ellos la Tierra, y que a vez han provocado cambios climáticos cíclicos en la historia de nuestro planeta. Los científicos calculan que estos movimientos astronómicos cíclicos deberían provocar una nueva glaciación dentro de 50.000 años, pero este experto considera que la influencia del hombre podría evitarla.
"Probablemente no llegaremos a esa glaciación porque el hombre puede empezar a modificar el clima", afirma Frederick Hilgen en declaraciones a DiCYT. "Observando los ciclos astronómicos y viendo cómo ha cambiado el clima en el pasado podemos predecir cuándo una configuración astronómica puede provocar un cambio climático y no existe una configuración astronómica favorable a ello hasta dentro de 50.000 años, cuando se produciría una glaciación", indica. Sin embargo, "probablemente el efecto humano puede cambiar el clima del futuro y esto deje de tener sentido".
El experto de la Universidad de Utrecht ha dejado muy claro que los movimientos astronómicos que él estudia nada tienen que ver con el cambio climático actual, puesto que su trabajo abarca "ciclos muy largos, de cientos de miles y millones de años".
Los ciclos astronómicos se deben a interacciones entre planetas, satélites y el Sol, interacciones que están sujetas a leyes gravitatorias. Todo ello se calcula de forma matemática, mediante ecuaciones que tienen en cuenta principalmente tres parámetros: la excentricidad de la órbita, ya que la órbita de la Tierra es una elipse que cambia con el tiempo; la oblicuidad, es decir, que el eje de la Tierra se incline en mayor o menor medida; y la precesión, que es otro movimiento relacionado con el eje de la Tierra que ocurre cada 23.000 años. Estos cambios influyen en la radiación del Sol sobre la Tierra y, por lo tanto, en el clima.
A partir de estos conocimientos astronómicos, científicos de Utrecht idearon un método que permite datar algunos acontecimientos geológicos y biológicos que han tenido lugar en la Tierra durante los últimos millones de años gracias a los sedimentos de los fondos marinos y también a los sedimentos de lagos interiores. "Observamos ciclos de sedimentos en el fondo del océano y también en lagos continentales. En ellos se pueden ver cambios cíclicos en el color y en otras propiedades. Estos ciclos que nosotros vemos en el tiempo se produjeron por cambios cíclicos en el clima, que a su vez fueron debidos a ciclos astronómicos, es decir, movimientos periódicos de la Tierra y del Sol", señala.
Sabiendo los ciclos que se encuentra en un registro de sedimentos se pueden correlacionar con un ciclo astronómico. Como los ciclos astronómicos se calculan por métodos matemáticos, los científicos pueden asociar una edad a cada capa de un sedimento marino. Por ejemplo, en climas más lluviosos, los ríos llevan más arcilla hacia los océanos y eso se refleja en una capa de color más rojo; mientras que cuando llueve menos, hay una capa más blanca. Esos cambios de color son los que los científicos observan en los sedimentos y se relacionan con las variables astronómicas.
Impacto en fauna y flora
"Para reconstruir cualquier acontecimiento climático o biológico en la historia de la Tierra lo más importante es conocer con precisión el tiempo en el que ocurrió, así podemos saber qué impacto tiene un cambio climático sobre la fauna o la flora", comenta Frederick Hilgen.
En la actualidad, el investigador de la Universidad de Utrecht trabaja en una red europea en la que participan varias universidades con el objetivo de extender la escala astronómica de tiempo, basada en los ciclos astronómicos, hasta 100 millones de años atrás.
Esto resulta especialmente interesante porque permite estudiar periodos que fueron especialmente cálidos, como ocurrió hace 50 millones de años, un escenario que probablemente contó con gran abundancia de CO2 y que, por lo tanto, puede servir de modelo para estudiar un próximo cambio climático, que parece determinado por la presencia de este elemento.
El grupo de Frederick Hilgen tiene previsto trabajar también en próximos proyectos con la Universidad de Salamanca, en concreto con el equipo de investigación de Francisco Javier Sierro, organizador de este congreso, 'Climate changes, bioevents and geochronology in the Atlantic and Mediterranean over the last 23 Myr' ('Cambios climáticos, bioeventos y geocronología en el Atlántico y el Mediterráneo durante los últimos 23 millones de años'), en el que se dan cita más de 150 expertos en climas del pasado procedentes de muchos países del mundo.