El profesor Luis Enrique de la Villa Gil (Madrid, 1935) ha sido durante casi cuarenta años catedrático de Derecho del Trabajo y de la Seguridad Social de las Universidades de Valencia y Autónoma de Madrid. En la actualidad es Rector de la Universidad a Distancia de Madrid.
Está en posesión de numerosos premios, distinciones y reconocimientos a su labor académica y profesional, procedentes de muy diversas instituciones y entidades públicas y privadas de España y de otros países europeos y americanos, entre los que destacan sin duda, entre nosotros, la Presidencia de Honor de la Asociación Española de Derecho del Trabajo y de la Seguridad Social, la Orden de Alfonso X El Sabio, la Cruz de la Orden de San Raimundo de Peñafort, la Medalla al Mérito en el Trabajo en su categoría de Oro o, en fin, el Premio de Mejor Laboralista 2008.
Doctor en Derecho y Ciencias Políticas por la Universidad Complutense de Madrid, con Premio Extraordinario en ambas disciplinas, ampliaba estudios de modo sucesivo en las Universidades francesa de París-Sorbonne y alemanas de Heidelberg, Friburgo y Múnich, en las que ha contaba con el magisterio de los profesores Wolfgang Siebert, Alfred Hueck y Rolf Dietz.
Ha desempeñado cargos académicos de relevancia y completado una labor científica e investigadora superlativa. Ha impartido más de novecientas conferencias en foros académicos y profesionales diversos españoles y extranjeros. Y es cabeza de una importante y nutrida escuela científica, cuyo prestigio y proyección hace tiempo que traspasaron las fronteras nacionales.
La obra científica del profesor Luis Enrique de la Villa Gil es abrumadora por su cantidad y la extensión de su largo recorrido, además de insustituible para la inteligencia sistemática del Derecho del Trabajo como disciplina jurídica. Su contribución a esta rama del saber jurídico ha versado, a lo largo de más de cinco décadas, sobre la totalidad de su territorio institucional, así como sobre la mayor parte de sus espacios fronterizos. De acuerdo con la relación de su obra escrita, que alcanza nada menos que seiscientas treinta referencias, varias docenas de ellas libros, su producción científica se proyecta a través de un sinfín de expresiones formales, virtualmente todas las posibles.
Francisco J. Ayala Carcedo El biólogo y filósofo Francisco José Ayala Carcedo nació en Madrid en 1934, aunque debido a su nueva vinculación profesional y personal con Estados Unidos obtuvo la nacionalidad norteamericana en 1971. Antes de mudarse a Estados Unidos e iniciar su carrera científica en aquel país, Ayala estudió en Salamanca, de manera reglada en la Universidad Pontificia, motivo por el que es ordenado sacerdote dominico en 1960, y de manera no sistemática, en la Universidad de Salamanca. A finales de la década de los 50, y ya interesado por las cuestiones de la evolución biológica, trabajó durante dos años en el laboratorio del profesor Fernando Galán en nuestra universidad.
Al parecer, el profesor Galán le permitía trabajar en su laboratorio y realizar ciertos experimentos por su cuenta, comenzando a trabajar con Drosophila melanogaster, la mosca de la fruta, un insecto que se reproduce rápidamente y que se ha convertido en el paradigma experimental que permite observar los mecanismos evolutivos en el ámbito controlado de un laboratorio. Gracias a esta pequeña mosca se hizo un lugar dentro del grupo de los biólogos genetistas más importantes del mundo.
En 1960 decide que su futuro investigador iba a ser en el área de la evolución, siendo Fernando Galán y Antonio Zulueta, antiguo profesor de Galán e investigador en el área de genética, los que le aconsejaron que se fuera a Estados Unidos a trabajar con el eminente biólogo evolutivo Theodosius Dobzhansky. La decisión de aceptar este consejo ha marcado el resto de su vida como investigador. Conoce a Dobzhansky a finales de 1960 en la Universidad de Columbia. En 1962 obtiene el Máster en Biología y dos años después el doctorado en la misma especialidad por la Universidad de Columbia.
Su primer trabajo fuera de la Universidad de Columbia sería como investigador postdoctoral en la Universidad Rockefeller. Allí tomó contacto con las nuevas técnicas de la biología molecular y comenzó a usarlas para explorar la especiación genética, esto es, el proceso mediante el cual las nuevas especies evolucionan a partir de las anteriores, midiendo la variación genética dentro de las poblaciones. De esta forma se inauguraba una nueva manera de abordar el problema acerca del origen de las especies, que hasta ese momento se había basado fundamentalmente en modelos matemáticos. Ayala y Dobzhansky llevaron a cabo el complementario trabajo experimental, uno de cuyos resultados fue el descubrimiento de un mayor poliformismo genético (o variación dentro de las poblaciones) que el que habían predicho las teorías matemáticas.
Aunque Nueva York es una ciudad apasionante para un joven intelectual, no lo es tanto para que crezcan los hijos de su primer matrimonio, por lo que decide en 1971, el mismo año en el que adquirirá la nacionalidad norteamericana, aceptar el puesto de profesor asociado en el departamento de Genética de la Universidad Davis de California.
Durante los años en los que trabaja en Davis, Ayala comienza a hacerse un nombre dentro de la comunidad científica como uno de los biólogos genetistas más importantes del mundo. No sólo dedicará su tiempo a cuestiones teóricas, también se preocupa de que su trabajo tenga una repercusión práctica en las investigaciones relativas a la salud humana, trabajando sobre la genética de poblaciones del Trypanosoma cruzi, un parásito intracelular que causa la enfermedad de Chagas, una de las dolencias más asoladoras de América Latina (y que se supone que contrajo Charles Darwin durante su viaje a bordo de Beagle).
En Davis se reúne nuevamente con Dobzhansky, que también acepta un puesto en la universidad. Fruto de estos años de trabajo en colaboración será uno de los libros angulares del campo: Evolution (Dobzhansky, Th., F.J. Ayala, G.L. Stebbins & J.W. Valentine (1977). Evolution. San Francisco: W.H. Freeman). Ayala por su cuenta publicará otros libros sobre biología evolucionista: Evolving, (Ayala, F. J., Valentine, J.W. (1979). Evolving: The Theory and Processes of Organic Evolution. Menlo Park: Benjamin Cummings), y Modern Genetics (Ayala, F. J., Kiger, J. A. (1980): Modern genetics. Menlo Park: Benjamin Cummings).
En 1980 fue admitido en la Academia Nacional de las Ciencias por su trabajo en genética de poblaciones. El año siguiente actúa como testigo experto de la defensa en el caso McLean contra el Consejo de Educación de Arkansas, en el que se dilucidaría el futuro de la educación científica en temas de biología en las escuelas de Arkansas. Consideró que la Academia de las Ciencias debía cumplir su papel como defensora de la racionalidad en Estados Unidos. Desde su punto de vista, si se permitía que el Génesis se utilizase como un libro científico se produciría una catástrofe, no sólo para la ciencia, sino también para la religión.
En 1987, momento en el que sus hijos comienzan a la universidad, decide aceptar un puesto en la Universidad de Irvine, en donde continúa trabajando, actualmente en calidad de “University Professor” de Ciencias Biológicas. Desde entonces ha llevado a cabo una ingente labor como científico y como impulsor de diversos grupos de investigación en el área de la biología molecular.
Sin embargo, no sólo se ha dedicado como investigador a cuestiones de índole científica, también se le considera como uno de los fundadores de la filosofía de la biología, materia sobre la que también imparte docencia. Ha escrito numerosos libros y artículos en los que ha combinado sus inquietudes por la religión, la metafísica y la filosofía de la ciencia. Uno de los libros más destacados de su producción filosófica también editado en colaboración con su maestro Dobzhansky es Studies in the philosophy of biology. Reduction and related problems, London and Basingstoke, Macmillan, (1974).
Junto con los investigadores del laboratorio que dirige, Ayala ha creado nuevas especies de moscas que permiten acelerar el proceso de selección natural de la mosca de la fruta, investigación a través de la que espera poder dar con los genes que se han transformando en estas nuevas especies. Este experimento serviría de base para llevar a cabo la observación directa de especies que han evolucionado en el pasado reciente. De esta manera, se ha convertido en el impulsor de la realización de estudios a largo plazo de grupos de varios animales en Suramérica y, más recientemente, en el Sureste Asiático y el Pacífico.
Sin abandonar su preocupación por la aplicabilidad de sus investigaciones a la tarea de mejorar la vida de los seres humanos, ha empleado sus conocimientos sobre la Drosophila y el concepto de reloj molecular en el estudió del historial genético de los parásitos que causan la malaria maligna, una enfermedad que se cobra 1,5 millones de muertes todos los años.
A lo largo de su dilatada carrera profesional ha ocupado cargos de decisión en cuestiones de política científica internacional, educación y divulgación, tales como la secretaría de la American Society of Naturalist entre los años 1974 y 1977, la presidencia de la Society for the Study of Evolution en 1979, la presidencia de la American Asociation for the Advancement of Science entre los años 1993 y 1996, o el Comité de Asesores para cuestiones Científicas y Tecnológicas del presidente Bill Clinton entre los años 1994 y 2001. También ha sido presidente de la junta de biología del Consejo de Investigación Nacional de Estados Unidos.
Entre algunas de las distinciones que ha obtenido constan las siguientes: en junio de 2002 recibió del Presidente George W. Bush la Medalla Nacional de Ciencias del año 2001, lo que se considera como el mayor honor concedido por los Estados Unidos a un científico.
También tiene la Medalla de Honor de Mendel de la Academia de las Ciencia de Chequia, el premio a la Libertad y la Responsabilidad Científica de la American Association for the Advancement of Sciences, el premio presidencial del Instituto de las Ciencias Biológicas de EEUU, la medalla UCI de la Universidad de California, la Medalla del Colllège de France, la medalla Líder de la Ciencia de la American Association for the Advancement of Sciences, y la medalla de oro de la Academia Nazionale dei Lincei (Roma).
Asimismo, es miembro de múltiples academias entre las que constan la Academia Nacional de Ciencias de los Estados Unidos, la Real Academia de Ciencias de Madrid y de la Academia de Ciencias de Rusia. Es doctor honoris causa por la universidad de Atenas, Bolonia, Vladivostok, Masaryk (República Checa), la Universidad Complutense de Madrid, la de Barcelona, la de León, la de Vigo y la de Valencia, entre otras.
Ayala ha conseguido aunar en una carrera profesional todos los méritos posibles, como investigador científico reconocido por sus pares, como científico comprometido con la defensa de la racionalidad y con la búsqueda de resultados útiles para la humanidad, y como pensador reflexivo sobre su disciplina.
- Discurso del rector, José Ramón Alonso.
- Discurso Enrique de la Villa Gil.
- Laudatio Carlos Palomeque.
- Discurso Francisco J. Ayala Carcedo.
- Laudatio Ana Cuevas.
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