La Universidad de Salamanca tributa un homenaje a Diego Muñoz-Torrero, el rector que impulso el constitucionalismo

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El acto supone la continuación del celebrado en marzo en la localidad natal del primer gran defensor de valores como la soberanía popular, la separación de poderes o las libertades de prensa e imprenta
La alcaldesa de Cabeza del Buey y Ricardo Rivero intercambian una copia de la bandera nacional regalada por Torrero y otra del acta de su nombramiento como rector en 1787
12/12/2018
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Comunicación Universidad de Salamanca
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La Universidad de Salamanca ha acogido este miércoles la celebración del homenaje a Diego Muñoz-Torrero, exrector del Estudio salmantino y padre del constitucionalismo español, con motivo de las conmemoraciones del VIII Centenario de la institución académica y del 40 aniversario de la Constitución Española de 1978.

El acto celebrado en las aulas de la Universidad más antigua de España complementa el realizado en la localidad natal del antiguo rector, Cabeza del Buey (Extremadura), donde el pasado 19 de marzo se constituyó la Fundación bautizada con el nombre de este sacerdote pacense, que pasó a la historia por sus ideas aperturistas y su decidida apuesta por la democracia.

El rector de la Universidad de Salamanca, Ricardo Rivero, abrió la sesión para dar paso a una conferencia de Marcelino Oreja, miembro de la Academia Europea e Iberoamericana de Yuste, antiguo alumno de la Universidad de Salamanca. Ministro de Exteriores durante la Transición y embajador del VIII Centenario, quien disertó sobre “Los valores de Europa”.

El homenaje también contó con las intervenciones del presidente de la Junta de Extremadura y de la Academia Europea e Iberoamericana de Yuste, Guillermo Fernández Vara; la alcaldesa de Cabeza del Buey y presidenta de la Fundación Diego Muñoz Torrero, Ana Belén Valls Muñoz, y el consejero de Educación de la Junta de Castilla y León, Fernando Rey.

Muñoz-Torrero, de cuya muerte se cumplen 189 años, llegó a presidir la comisión redactora de la Constitución de Cádiz, conocida popularmente como ‘La Pepa’, aprobada el 19 de marzo de 1812. Durante un mes, además, estuvo al frente de las Cortes desde las que defendió valores como la soberanía popular, la separación de poderes, la libertad de prensa o la de imprenta, que no han perdido vigencia y siguen marcando la hoja de ruta del parlamentarismo actual.  

De aquella época destaca también el hecho de que la bandera nacional utilizada en la cámara gaditana, de tafetán con dos fajas rojas y una amarilla intermedia -todas de igual anchura-, fue regalo del propio Muñoz-Torrero. Esa enseña fue utilizada por la Milicia Nacional a partir de 1820. Durante el tributo, la alcaldesa y el rector salmantino intercambiaron una copia de esa bandera y otra del acta de nombramiento del pacense como rector de la Universidad de Salamanca, responsabilidad a la que accedió en 1787.

Diego Muñoz-Torrero

Diego Muñoz-Torrero y Ramírez Moyano (Cabeza del Buey, 1761 - Oeiras e São Julião da Barra, 1829) ingresó en la Universidad de Salamanca a los once años para estudiar Teología y Filosofía. Tras ser ordenado sacerdote, obtuvo la Cátedra de Filosofía en 1784. Tres años después, a la edad de 26, fue nombrado rector. 

Entre los méritos que se le reconocen durante su ejercicio rectoral se ha subrayado la ampliación de los fondos existentes en la Biblioteca Universitaria. De igual modo, se destaca su intermediación en los conflictos existentes entre las Facultades de Medicina y Artes, por un lado, y las de Teología y Jurisprudencia, por otro. Muñoz-Torrero apostó por la creación del Colegio de Filosofía además de representar un espíritu reformista en torno a los métodos de enseñanza, los planes de estudio, las prácticas académicas y los textos docentes.

Tras el alzamiento nacional contra José I en 1808, Muñoz-Torrero es nombrado miembro de la Junta de Extremadura y enviado posteriormente a Cádiz como diputado a las Cortes Generales en la legislatura 1810-1813. El 24 de septiembre de 1810, durante la jornada inaugural de las Cortes, es el primer diputado en intervenir haciendo varias proposiciones de tipo liberal relativas a la soberanía popular, la separación de poderes, la abolición de la Inquisición, la libertad de prensa o la de imprenta. En defensa de esta última apunta que se traicionarían los deseos del pueblo y se darían armas “al Gobierno arbitrario que hemos empezado a derribar, si no decretásemos la libertad de imprenta». «La previa censura es el último asidero de la tiranía que nos ha hecho gemir por siglos», añade. 

El 24 de marzo de 1811 Diego Muñoz-Torrero fue designado presidente de la Cámara, cargo que ostentó durante un mes, hasta el 23 de abril.

En marzo de 1814, Fernando VII da un golpe de estado, disuelve las Cortes el 10 de mayo y declara nulas todas las disposiciones tomadas por ellas, persiguiendo y encarcelando a quienes tomaron parte en su constitución. Por liberal, Muñoz-Torrero fue detenido, y por su condición de sacerdote fue encerrado en el monasterio de San Francisco en Padrón (La Coruña), donde permaneció seis años.

En 1820, el general Riego encabeza una sublevación de las tropas reclutadas para ir a América, que, aunque fracasa, obliga al rey a jurar la Constitución. Muñoz-Torrero es elegido de nuevo diputado por Extremadura, y las Cortes le nombran presidente de su Diputación permanente, puesto desde el que consigue suprimir la Inquisición de forma definitiva. 

En 1823, los Cien Mil Hijos de San Luis enviados por la Santa Alianza devuelven a Fernando VII sus prerrogativas absolutistas, dando comienzo a la conocida como Década Ominosa. Muñoz-Torrero huye a Portugal, donde también es perseguido por sus ideas liberales. Hecho prisionero, es encerrado y torturado hasta la muerte en la Torre de San Julián de la Barra.   

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