Juan Antonio González Iglesias: "Necesitamos la poesía y la buena literatura para sustraernos de las manipulaciones del día a día"

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El catedrático de Filología Clásica de la Universidad de Salamanca ha sido reconocido con el Premio Castilla y León de las Letras 2024
11/04/2025
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Comunicación Universidad de Salamanca
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Juan Antonio González Iglesias ha sido reconocido con el Premio Castilla y León de las Letras 2024, que recogerá el 22 de abril. Uno más en la larga lista de galardones nacionales e internacionales de poesía como Generación del 27, Loewe, Ciudad de Melilla o el Gil de Biedma. Nacido en la ciudad de El Tormes en 1964, estudió y se doctoró en la Universidad de Salamanca, en la que es catedrático de Filología Clásica, además de ser profesor invitado en universidades europeas y americanas.

Traductor de Horacio, Ovidio, Cátulo y de otros poetas latinos anónimos, su relación con la cultura clásica está muy presente en toda su creación literaria. Más de tres lustros de labor poética quedan reflejados en libros como “La hermosura del héroe”, “Eros es más”, “Confiado”, “La batalla de los centauros”, “Universales” o “Nuevo en la ciudad nueva”, su última obra.

Colaborador en ABC y El País, ha dirigido tres proyectos de investigación sobre la felicidad, cuyos resultados recoge en el ensayo “Historia alternativa de la felicidad”. Precisamente, de la felicidad y de los temas que dominan su poesía: el amor, el deporte, la belleza, la naturaleza y, porqué no, de la actualidad y de la vida en general, vamos a hablar en esta entrevista.

Enhorabuena por el Premio de las Letras de Castilla y León. Parece que ha sido poeta en tu tierra, cosa bastante difícil de conseguir …

Muchas gracias. Parece que sí lo he logrado, aunque quizá en Salamanca no sea tan complicado porque hay muchos y muy buenos poetas y los ha habido siempre, no solo en este momento.

¿Le ha llegado en un buen momento personal y profesional?

Sí. Digamos que las turbulencias que todos tenemos en algún momento de nuestra vida, estas cosas las borra y se agradecen.

En su último libro, “Nuevo en la ciudad nueva”, define la poesía como una “delicada obstinación” ¿Tan obsesiva se ha convertido la escritura?

Sí, yo creo que es exactamente eso. He tardado en darme cuenta, pero es una obstinación, porque siempre es lo mismo. Son tres o cuatro cosas generales y luego cada poeta las tiene en particular. Uno de los aspectos más llamativos es ver cómo se repiten los temas, a veces las palabras. Y eso es bueno, porque te permite ir a lo esencial.

descripción Juan Antonio González Iglesias lee un fragmento de su obra "Nuevo en la ciudad nueva"
 

Uno de los lugares comunes de su obra es la unión de la antigüedad y la vivencia del mundo moderno. ¿Cómo influye el mundo clásico en su poesía contemporánea?

Dado que estudié Filología Clásica y llevo ya toda la vida con ellos, forma parte de lo que se llama la naturalidad cultural de los clásicos. No hay ningún artificio. Eso es lo normal en alguien que pasa bastantes horas de su día con los antiguos y al mismo tiempo estás escuchando música, oyendo la radio, viendo un vídeo y hablando con mis contemporáneos. No hay problema en eso.

El hecho de ser profesor y de estar en contacto permanentemente con los jóvenes, ¿le ha ayudado a conectar con el lector más actual?

A veces los estudiantes dicen en clase cosas que nunca has oído, que no has visto y no tendrías esa lectura. Y en cuestión de lenguaje estás al tanto de cómo evoluciona o cómo influyen las modas. Eso es interesante, pero también es efímero. La modulación del lenguaje a lo largo del tiempo es algo muy atractivo para un poeta y para un filólogo, que son lo mismo en ese sentido.

¿Y ha cambiado mucho desde cuando éramos jóvenes a la actual juventud?

Cambian algunas palabras y a mí lo que me interesa son las maneras raras o insólitas que tienen ellos de decir las cosas. A veces lo pongo en los poemas. Creo que hay un poema que se llama Teoría de la fiesta, que habla de una Salamanca que es de estudio y es de fiesta. También recuerdo que uno dijo que la fiesta era una exhibición de volúmenes, cosa que me sorprendió mucho. Estoy de acuerdo con ello, pero jamás se me habría ocurrido, nunca lo habría dicho así.

Captar la atención de los lectores jóvenes puede resultar más fácil con poemas cuyos títulos son, por ejemplo, “Leo a Tomás de Aquino en el smartphone”, “Ir a Leroy Merlín”, “Un poema es mejor que Google maps”, “Canción para pedir más carril bici”, “Parkour” o “Un podcast sobre Dante a medianoche”…

Es cierto, en esos momentos no lo pensé. Además, los jóvenes van tan deprisa que adelantan todos esos títulos. Pero en cada uno de ellos es sincrónico de su momento. A veces se quedan en el tiempo, pero lo más moderno, lo más actual, se vuelve efímero muy rápidamente. A veces hay palabras publicitarias o marcas que ya no están, y empiezan a requerir que le pongan una nota a pie de página para explicarlas. Recuerdo muy bien el día que escribí “Un poema es mejor que Google maps”, estar leyendo en un teléfono móvil a Santo Tomás en latín, a la orilla del mar en un parque. Eso es increíble. La tecnología nueva tiene muchísimas cosas malas y muchísimas buenas y está todo muy equilibrado.

Y no le da la espalda, todo lo contrario. Para un hombre clásico no solo no huye de esa terminología, sino que la asume como un parte fundamental de muchos sus poemas.

Sí, lo hago con naturalidad. Los poetas, los lectores de poesía, todos nosotros tenemos una gran admiración ante las palabras, no todas, pero hay algunas increíbles. Algunas son muy bonitas o muy raras. A los seres humanos nos gustan las palabras y a los poetas también. Los poetas lo dicen y los otros las disfrutan igual. Las palabras son objetos muy bellos.

descripción Entrevista en la Biblioteca General Histórica de la Universidad de Salamanca
 

En sus poemas aborda temas como el amor, la naturaleza, el deporte, la belleza y el conocimiento espiritual. ¿Cómo se entrelazan estos elementos en una obra que ya lleva más de tres décadas sumando títulos?

También con naturalidad. Tengo la idea de que más o menos todos los seres humanos somos iguales. Entonces tiendo a pensar que todo el mundo tiene mis mismas obsesiones y no es así. Pero básicamente son las líneas maestras trazadas en la infancia y en la juventud y que no se interrumpen. Entonces el deporte, la espiritualidad, la cultura y, sobre todo, el amor son para mí, como para cualquier ser humano, el día a día de nuestra existencia.

Uno de los temas clave de su obra poética es el amor, “el principio que cohesiona todo lo que existe”, según sus palabras, y que es “más fuerte incluso que la muerte”.

Eso es así, no porque lo diga yo. Lo han dicho personas con más criterio y sabiduría que yo. En el libro “Eros es más” se entiende mejor con el término griego eros, que es lo que une todo con todo, también a las personas entre sí y a las personas con el mundo. No puede ser que el amor se explique solo en términos químicos o físicos. Es cierto que el amor son feromonas y hormonas, pero es un poquito más que eso. Es el principio rector del universo, del cosmos y forzosamente es mayor que la muerte, más grande y más fuerte.

¿Qué ha cambiado del asceta joven que escribió hace más de 20 años “Eros es más”, Premio de Poesía Fundación Loewe, con el escritor actual?

Yo diría que no ha cambiado nada, pero no debe de ser posible. Porque la fidelidad al amor creo que es algo de por vida en cualquier ser humano, desde luego en mí. Si me hubieras preguntado poéticamente, me atrevería a decir que me gustaría ser un místico en la medida en que doy la máxima importancia al amor.

El amor es el principio rector del universo y forzosamente es mayor que la muerte, más grande y más fuerte

En sus poemas deja testimonio del paso del tiempo y de los sentimientos que le provoca el cumplir años ¿Estrenar la sexta década le ha generado una crisis existencial?

En esta nueva década quizá un poco más que en las anteriores, pero no mucho. Creo que lo viví anticipadamente porque alguien me cambió en Wikipedia el año de nacimiento, así que me felicitaron también dos o tres años antes de cambiar de década. Es lo que somos, somos tiempo. Tiene su lado amargo, pero también es dulce. Está bien.

También refleja la importancia que tiene el deporte en su vida personal y como fuente de inspiración poética.

Claro, para los griegos era una más de las artes que formaban al ciudadano. Los Juegos Olímpicos eran la expresión máxima de su cultura. Y para nosotros han vuelto los Juegos Olímpicos. Al principio, en las primeras décadas del 20, por ejemplo, hubo deporte y artes plásticas muy vinculadas al deporte olímpico. Pienso también en Fray Luis, que hace una cosa curiosa. En esta Salamanca renacentista, donde él es un fraile, un profesor, un teórico, un teólogo, pero como traductor traduce a Horacio, que había traducido del griego los poemas deportivos de Píndaro: El agua es bien precioso y entre el rico tesoro, como el ardiente fuego en noche oscura, así relumbra el oro [recita]. Pero eso, creo, que no se ha interrumpido ese hilo de conexión con lo griego.

En muchos de sus poemas se desnuda completamente ante el lector. Un claro ejemplo es el libro “Confiado”. ¿No le da un poco de pudor o realmente el poeta tiene que ser así de sincero?

Decir públicamente que uno es confiado, en una época desconfiada, cínica y maliciosa en general, es estar desnudo en todos los sentidos, porque estás muy desprotegido. Lo normal es que nos enseñen lo contrario. Y sí, me da mucho pudor. Tengo la garantía de que la minoría que lee poesía es muy comprensiva y muy humana. Me pasa a veces con los alumnos, pero les digo que es uno que se llama como yo y que en realidad no soy yo. Pero sí, me aterroriza pensar que leen esas cosas tan íntimas, pero si leen poesía, entonces no me importa.

¿Se le acercan los lectores a comentarle lo que le han sugerido sus poemas?

Sobre los poemas no. A veces me pasa que vienen al despacho gente, no a ver al profesor, sino al poeta. Y no es tanto por mis poemas, sino por la necesidad de hablar con un poeta de temas personales. Yo también lo hago. Ha habido momentos muy bonitos para mí en los que he sentido la antigua utilidad de los poetas respondiendo a otra persona que tiene determinado miedo o determinado sentimiento amoroso y lo consulta con alguien que no es ni un médico, ni un sacerdote, ni un psicólogo, sino un poeta. Y lo es porque ha leído los poemas y entonces podemos hablar de alguna de estas cosas.

Preparando la entrevista me recordó al periodista deportivo y musical Ramón Trecet, que siempre acababa su programa radiofónico “Diálogos 3”, en Radio 3 de RNE, con una frase mítica: “Buscad la belleza. Es la única protesta que merece la pena en este asqueroso mundo”. Su poesía es una continua búsqueda de la belleza también.

Un poeta, como otros artistas, tiene la obligación de levantar acta de la belleza como un notario. Y como la belleza es frecuente, es verdad que el mundo está fatal, pero también es maravilloso. Está muy igualado, como decíamos antes. Entonces hay poetas y artistas que se embriagan de la parte oscura y fea del mundo. Afortunadamente a mí no me tocó eso, entonces comparto con los otros seres humanos, les cuento, les digo, les comunico momentos bellos y a veces un poema es otro objeto bello sumado a la belleza del mundo.

¿Cree que vivimos un momento feo, poco bello en general?

Da esa sensación. En lo superficial sí, pero no sé si no ha sido siempre así. No estoy seguro de que dos seres humanos hablando en cualquier momento de la historia no dijeran lo mismo. Hay que mirar más en lo profundo. Más allá de los personajes públicos que se han adueñado del lenguaje. Es lo más triste. Oímos cosas muy feas, muy desagradables, muy poco empáticas, muy poco humanas. Pero no creo que eso sea lo que perdure.

Un poema es un objeto bello sumado a la belleza del mundo

También se han apropiado de lo que ahora se llama el discurso político, que acaba instaurándose en el día a día en la sociedad…

Una de las cuestiones por la que necesitamos la poesía y en general la buena literatura es esta. Hay que leer libros que no sean de nuestro momento, creo que estamos en el lugar perfecto [Biblioteca Histórica] para eso, para sustraernos a esas manipulaciones. Eso es muy tosco, muy burdo. Pero a las personas con arraigo literario no les afecta, son invulnerables. Por eso es otra de las ventajas de la educación.

La belleza también la busca y encuentra en la naturaleza, otro de los temas principales que dominan en sus libros. En el poemario “Jardín Gulbenkian”, Premio de Poesía Jaime Gil de Biedma, la cultura, el arte, la arquitectura, las formas sencillas se convierten en un símbolo para lograr un mundo mejor…

Ese es el modelo clásico. El arte mejora el mundo y mejora la naturaleza, que ya de por sí tiene una belleza que es cósmica. Hay algo cosmológico incluso en los detalles más pequeños de lo natural. Pero la idea es que en el mundo clásico las artes captan eso y nos hacen más humanos, porque la cultura se alía con la naturaleza.

¿Le duele la destrucción de la naturaleza por parte de los seres humanos?

Al parecer me dicen, y creo que es verdad, que tengo libros que son declaradamente ecologistas. Creo que llego hasta ser ecológico y eso para mí es una prueba de la inspiración, porque ese que escribe poesía, que es el poeta, es mucho más duro con la profanación de la naturaleza de lo que a lo mejor soy yo. En la vida cotidiana ando más descuidado de eso, pero en lo esencial, que es lo que un poeta tiene que decir lo he dicho claramente. Talas, destrucciones, profanaciones de lo natural, no solo las he denunciado, sino que las he condenado.  Un poeta puede bendecir o puede castigar de alguna manera a los que hacen eso.

descripción Juan Antonio González responde a preguntas sobre la belleza y la destrucción de la naturaleza
 

En “La batalla de los centauros” su poema “Palabras en Burdeos” refleja su espíritu europeísta. “En esta misma plaza / pronunció Víctor Hugo su famoso / discurso: Construyamos / los Estados Unidos / de Europa. Seamos juntos / la confederación continental. / Seamos la libertad”. Como buen helenista, supongo que también es profundamente europeísta.

Europa es la expansión ideal de Grecia en todos los órdenes. Y sí, me siento europeísta. Creo en el modo de vida europeo, en que sigue siendo un lugar muy atractivo para el mundo. Estamos viviendo unos días en que oímos muchos ataques a este proyecto, pero es un valor con milenios detrás y con milenios por delante. Tenemos que tener confianza.

¿Ve una Europa unida, firme en sus valores, frente a todas las amenazas que llegan de oriente y occidente?

Sí lo creo. Pero hará falta aplicar todo lo que también ha sido Europa y no solo mirar al pasado. Es el momento del presente y de mirar al futuro. No solo recrearnos en todos los momentos preciosos que tiene la historia europea, la cultura, la música, la arquitectura. No podemos vivir solo de esas rentas, sino continuar en su construcción. Eso les corresponderá a los jóvenes, a los que hay que enseñarles todas estas cosas.

No nos cuesta ser felices, sería injusto no valorar todas las cosas buenas que tenemos

Como profesor ha dirigido proyectos de investigación vinculados con el tema de la felicidad. ¿Qué relación hay entre la felicidad y la expresión literaria?

Toda. Primero, el tema me interesa, pero eso es una redundancia, una tautología. Nos interesa a todos, aunque haya personas que dicen que no existe la felicidad. Pero claro que no solo existe, sino que, como dijo Borges, es frecuente. No hay día que no tengamos algún momento feliz. Como proyecto de investigación, ocuparme de un tema tan importante y desde una perspectiva humanística, me ha divertido mucho. Creo que desde la Universidad he contribuido un poco a la felicidad de algunas personas estudiando este tema.

¿Y podemos aprender de los clásicos para alcanzar una felicidad más anclada al mundo actual?

Claro, los clásicos son fundamentales para eso, porque ellos confían en que se puede aprender a ser feliz. En cambio, nosotros, que básicamente somos románticos, tenemos la idea de que la felicidad es algo inmerecido, que viene y se va sin que tenga nada que ver conmigo. Para los clásicos es una virtud, una virtus y se aprende; te la enseñan tus maestros. Los orientales esto lo saben y si no estudiamos a los clásicos tenemos que ir a la India, a China o a Japón para que nos lo digan. Pero Séneca, Marco Aurelio, Epicteto, Epicuro, Cicerón ya nos lo enseñaron.

¿Y por qué nos cuesta tanto ser felices?

No nos cuesta ser felices. Decimos lo otro porque es un síntoma de la época en que vivimos y quizá un poco de la España actual, que Álvaro Pombo me describía como “esta España greñuda” en la que estamos. Pero no era así. Ahora queda bien decir que estamos mal, así que es una forma retorcida de estar bien, un poco perversa. Sin embargo, las personas más básicas, más simples, como el que te habla, si están bien lo dicen sin problema.

“El momento más feliz dura un segundo”, decía el escritor italiano Leonardo Sciascia…. ¿Lo comparte?

No, no, yo estoy con Borges, creo que es todo lo contrario. Si realmente estuviéramos tan mal, muy poca gente podría aguantarlo. En realidad hay montones de momentos no ya placenteros, no es cuestión de placer o de hedonismo, sino de sentirse bien. Probablemente es también un don de la madurez. Eso también es una cosa que sí se nota en los jóvenes, a lo mejor no nos acordamos, pero viven muy atormentados. Es una cosa rara, misteriosa. Pero sería injusto no valorar todas las cosas buenas que tenemos. En lo personal sí creo que se puede estar bien.

descripción González Iglesias escritor de poemas como “Palabras en Burdeos”
 

En 2014 reunimos en la Casa del Lector de Madrid a tres generaciones de poetas en torno a la obra de María Victoria Atencia, XXIII Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana. ¿Qué tendencias o voces emergentes le interesan en la poesía de las nuevas generaciones?

Hay jóvenes poetas muy interesantes en España, en Castilla y León y en Salamanca, que funciona un poco como Iberoamérica en el sentido poético. Estudiantes que vienen, se forman, pasan y se van. Tenemos un magnífico Departamento de Literatura Española e Hispanoamericana y un Máster de Creación Literaria. En general, en España, hay muy buena poesía y en Iberoamérica creo que están todavía más vivos, más en ebullición.

En la Facultad de Filología de la Universidad de Salamanca, ¿hay buena cantera?

Eso es imparable. Hay una energía increíble. Es una facultad que no enfría la literatura. Todos los de Clásicas formamos parte de todo ese movimiento vivo de poesía que se escribe tan bien.

Una antigua alumna de la Facultad de Filología fue Carmen Martín Gaite, en este año que se celebra el centenario de su nacimiento, ¿qué destacaría de ella, de su aportación a la literatura?

A mí siempre me ha gustado mucho, muchísimo. Me gustaba mucho leerla en mi juventud, cuando la conocí, y me gustan mucho obras como “El cuarto de atrás” o “Entre visillos”, como evocan la vida estudiantil. Toda esa Salamanca, que ha cambiado mucho y a lo mejor no ha cambiado nada, está insuperablemente escrita por ella. Es un poco la Salamanca de la época de mis padres. Me gusta leer eso y disfruto de su amor por el lenguaje. Es escritora, pero también es poeta.

No siento miedo ante la Inteligencia Artificial porque el lenguaje se impondrá a las máquinas

¿Tiene miedo o le preocupa que la Inteligencia Artificial pueda llegar a sustituir al ser humano en la creación poética?

No siento ese miedo, quizá una sensación de incertidumbre, pero también confío en que llegaremos a asentarnos ante el impacto de la tecnología. El lenguaje se impondrá a las máquinas porque no creo que una persona lectora, que tenga criterio formado para disfrutar de la poesía, se dedique a leer poemas escritos por una máquina. La poesía va directa a la vida y la máquina no. La gente que lee poesía de verdad va a seguir leyendo a los poetas y no sólo los vivos.

Llegamos al final de esta entrevista, que hemos celebrado en la Biblioteca General Histórica de la Universidad de Salamanca, un lugar ideal para ser feliz y disfrutar de tanta belleza. Stendhal, uno de los autores cuya obra ha traducido, hubiera estado realmente encantado. Quiero reiterar mi más sincera felicitación por el Premio de las Letras de Castilla y León, y agradecerle esta conversación. Le invito finalmente a  a cerrar este espacio con la lectura de uno de sus poemas.

descripción Lectura del poema "Universales" por su autor Juan Antonio González Iglesias
 

Muchas gracias. Como me parece que va a ser la única vez en mi vida que voy a poder leer un poema desde el interior de esta biblioteca, en el que se ve la fachada de la Universidad y habla su biblioteca, soy yo el que te da las gracias por la entrevista y por la posibilidad de leerlo. Se titula “Universales” y dice esto:

La piedra sonrosada es la misma del templo
de Debod en Madrid. Estamos en el delta
del Nilo y se duplica el Sol sobre este círculo.
Grecia fuera de Grecia, cuántas Alejandrías.
Ptolomeo y Cleopatra en la calle Libreros.
Monarcas troquelados en su viva moneda,
descendientes de Venus y de Eneas, augustos
en el intacto áureo, el porvenir es nuestro,
a la meva ciutat / mi divisa son once,
parecen dos hermanos, dos delicadamente
andróginos serenos comparecen teniendo
como si nada el cetro único compartido
desde el orbe a la urbe, recién cortado el nudo
gordiano. Gobernemos. No lancemos los dardos.
Somos universales. Salgamos del espejo
pequeño de Van Eyck. Estamos en Florencia,
en los Uffizi, un tondo mediceo y polícromo
o bicolor emblema de Lucca della Robbia,
barro de la Toscana por obra de la alquimia
blanco en vidriado azur, príncipes italianos
que alzaron el cilíndrico tempietto de Bramante
sobre el monte Gianicolo, mármol y travertino
en la tarde de Roma. Aquí los veinticuatro
quilates del tabique magnífico recortan
un óculo heliocéntrico sobre la biblioteca.
Compartamos con todos el tesoro helenístico.
Un grácil meridiano escinde en hemisferios
la total claraboya. Danos sabiduríapara
orlar con el logos nuestro saludo al mundo.
Que el gnomon determine el momento sin sombra.
El cetro es parte luz de la ventana abierta.