El Servicio General de Espectrometría de Masas realiza cada año entre 2.000 y 3.000 análisis solicitados por investigadores de áreas científicas muy diferentes y por empresas de diversos sectores
José Pichel Andrés/DICYT "Cualquiera que tiene un compuesto químico que no sabe cómo analizar viene y me pregunta si lo puede hacer aquí", asegura César Alberto Raposo Funcia, director del Servicio General de Espectrometría de Masas, que está integrado en la Plataforma de Apoyo a la Investigación ‘Nucleus’ de la Universidad de Salamanca. Sus palabras resumen perfectamente el trabajo que se realiza en este servicio, que supone un gran respaldo para muchísimas áreas de investigación en el ámbito universitario y también para las empresas que lo solicitan.
Los investigadores que realizan síntesis química necesitan confirmar sus compuestos, pero este servicio también resulta fundamental para los que llevan a cabo trabajos sobre la presencia de pesticidas en aguas, ensayos con fármacos en animales para ver en qué medida se incorpora un compuesto a la sangre o a las células e incluso los que necesitan saber si hay restos de biodiésel en el aceite de motores de camiones, por poner algunos ejemplos reales. En definitiva, el campo de actuación es muy amplio y, por eso, en un año se realizan entre 2.000 y 3.000 análisis.
La espectrometría de masas es una técnica de análisis que esencialmente tiene dos vertientes: por un lado, identificar un compuesto; por otro, detectar la cantidad de un compuesto dentro de una mezcla.
“Tradicionalmente, la espectrometría de masas era una fuente de identificación de compuestos. Si un grupo de investigación estudiaba uno nuevo, pretendía confirmar que en efecto era lo que pensaba midiendo su peso molecular”, comenta el director.
Sin embargo, desde hace cerca de 30 años han comenzado a primar otros tipos de análisis. “El hecho de contar con métodos que pueden analizar los compuestos de una mezcla ha hecho que se dispare la identificación de compuestos que para los investigadores tienen interés medioambiental, biológico o fisiológico”, indica el experto.
La técnica es extremadamente sensible, ya que podría detectar un compuesto con sólo tener un picogramo, es decir, la billonésima parte de un gramo. "A partir de una pequeña cantidad de detectar un compuesto casi sin lugar a dudas", indica el director.
Cinco espectrómetros
"La técnica se basa en medir el peso que tienen los iones, la relación entre la masa y la carga", comenta. En líneas generales, moléculas diferentes tienen masas también distintas, así que identificándolas, se puede saber de qué compuesto se trata. Una de las ventajas de la espectrometría de masas es que "puedes predecir qué tipo de señal va a dar, así que el análisis es fácil y selectivo para un determinado compuesto".
La Universidad de Salamanca cuenta con cinco espectrómetros, que se han ido sumando desde que se puso en marcha este servicio en 1999. “Existen varios tipos de espectrómetros y cada cual tiene sus características diferentes para conseguir la selectividad de una forma o de otra. Hay algunos que hacen una ionización reproducible y para cada compuesto obtienes una especie de 'huella dactilar'. En otros, buscas excluir determinadas fórmulas moleculares. Otra alternativa es provocar una determinada reacción química una vez que has aislado el ión y estudiar sus propiedades para ver cuál es el compuesto que tienes”, comenta.
Aunque se trata de una técnica destructiva, es decir, que no se recupera la muestra empleada, es necesaria muy poca cantidad, así que no suele haber problemas para que el investigador que solicita el servicio pueda proporcionarla.
"Procuramos dar los resultados rápido, los análisis que se realizan de forma rutinaria tardan menos de 24 horas, pero hay otros que requieren desarrollar un método y llevan más tiempo", apunta. Por eso, no sólo los científicos del ámbito universitario de Castilla y León, sino también las empresas se interesan por solicitar el servicio.